Conversaciones constructivas desde tu organización que fomenten la gestión del estrés

En mis más de 20 años de experiencia profesional acompañando a personas, tanto en el ámbito clínico como laboral, he escuchado en infinidad de ocasiones la palabra estrés. Es curioso que un mundo tan falto de educación emocional, el estrés parece ser una de las emociones secundarias más identificadas por la población y que más nos hacen buscar alternativas para su correcta gestión. 

¿Qué  decían los investigadores acerca del ESTRÉS?. El modelo de Selye sobre el estrés se centraba básicamente en los correlatos biológicos, fisiológicos y psicosomáticos de la respuesta ante el estrés. Mientras que, el modelo desarrollado por Richard Lazarus (Lazarus, 1966; Lazarus y Cohen, 1977; Lazarus y Folkman, 1984) se centra básicamente en los procesos cognitivos que se desarrollan entorno a una situación estresante.  Para Lazarus la experiencia estresante resulta de las transacciones entre la persona y el entorno. Estas transacciones dependen del impacto del estresor ambiental, impacto mediatizado en primer lugar por las evaluaciones que hace la persona del estresor y, en segundo lugar, por los recursos personales, sociales o culturales disponibles para hacer frente a la situación de estrés.

El ESTRÉS es una respuesta general del organismo ante una demanda externa o interna que en principio resulta amenazante, produciéndose una activación fisiológica y psicológica para responder a dicha demanda.

También nos hablan del AFRONTAMIENTO DEL ESTRÉS. Estos autores plantean que ante situaciones estresantes, las personas realizan “esfuerzos cognitivos y conductuales cambiantes que se desarrollan para manejar las demandas específicas externas y/o internas que son evaluadas como excedentes o desbordantes de los recursos del individuo” (Lazarus y Folkman, 1986, p.164). 

Estos mecanismos de afrontamiento, a la vez que sirven para gestionar la situación/ el problema, también son esenciales para regular las respuestas emocionales que pueden aparecer ante circunstancias estresantes vividas.  Cada persona tiene una forma de afrontar el estrés dependiendo, por ejemplo de: el estado de salud o la energía física, las creencias existenciales (religiosas o no); el locus de control que la persona posea; la motivación, la capacidad de resolución de problemas, las habilidades sociales, el apoyo social e incluso los recursos materiales y económicos. 

 

Las estrategias de afrontamiento pueden ser: 

  • Adaptativas: son aquellas que reducen el estrés (ejercicio físico, relajación, alimentación y sueño adecuado…)
  • Desadaptativas: son aquellas que a corto plazo reducen el estrés, pero a largo plazo pueden acarrear serios problemas de salud (fumar, beber alcohol, drogas, no dormir, mala alimentación, represión de las emociones…)

¿Cómo nos afecta el estrés? ¿Qué nos sucede cuando estamos en períodos de estrés mantenidos en el tiempo? 

Principalmente, podemos señalar efectos emocionales, cognitivos y conductuales; así como una serie de consecuencias a nivel laboral. 

  • Efectos emocionales: ansiedad, agresión, apatía, aburrimiento, depresión, fatiga, sentimientos de culpa, vergüenza, irritabilidad, mal genio, tristeza, tensión, nerviosismo, soledad…
  • Efectos cognitivos (pensamientos): incapacidad para tomar decisiones, incapacidad para concentrarse, olvidos frecuentes, hipersensibilidad a la crítica, bloqueos mentales…
  • Efectos conductuales: predisposición a accidentes, consumo de drogas, explosiones emocionales, comer en exceso, falta de apetito, beber y fumar en exceso, excitabilidad, conductas impulsivas, alteraciones en el habla, risas nerviosas, incapacidad de descansar, temblores…
  • Efectos sobre el trabajo: absentismo, relaciones laborales pobres, altas tasas de cambio de trabajo, generación de mal clima en la organización, falta de satisfacción con el desempeño del empleo, baja productividad…

Solo leyendo lo que el estrés nos provoca a nivel individual o en el entorno laboral, podemos imaginar las repercusiones a nivel familiar, de pareja y de relaciones con amistades. Todas nuestras áreas se “impactan” y, por ende, nuestros resultados se verán alterados en todos los ámbitos. 

 

¿Qué pueden hacer las organizaciones y managers
para minimizar el impacto del estrés en las personas, los equipos y en los resultados de los mismos?

Es de vital importancia que las organizaciones comiencen a tomar conciencia de lo significativo y oportuno de dedicar tiempo y recursos a que sus personas ESTÉN BIEN, fomentando una cultura que permita afrontar situaciones estresantes de la manera más adaptativa y saludable posible. 

Organizaciones y culturas que permitan y favorezcan el que las personas hablen abiertamente de sus preocupaciones y estresores sin ser señalados como débiles, sino como personas conscientes de la necesidad de pedir ayuda en determinados momentos para afrontar de una manera eficiente las diversas situaciones que se presentan en el día a día.

La organización y sus líderes se convierten en fuente de ayuda, generando y fomentando conversaciones constructivas. Esto es, siendo capaces de conversar para construir una visión nueva, siempre desde el respeto al otro manteniendo su responsabilidad. No es cuestión de “alzarse” como managers SALVADORES que vienen a resolver los problemas de las personas que conforman su equipo eximiéndoles de toda responsabilidad y haciéndoles sentir menos “fuertes”, menos competentes. 

Es decir, el ingrediente secreto es generar espacios de conversación para fomentar relaciones saludables evitando juegos tóxicos donde la persona que padece estrés se convierta en una víctima y donde alguna persona se convierta en su SALVADOR. Generar conversaciones constructivas rompiendo ese juego tóxico y ayudando a la persona a que se responsabilice y se empodere buscando soluciones y técnicas de afrontamiento adaptativas a la situación vivida. 

Por otro lado, la personas que siente estrés también puede actuar para gestionar y salir airoso de la situación. Algunas cosas que puede poner en marcha son: 

  1. Técnicas de respiración 
  2. Técnicas de relajación
  3. Técnicas de discusión cognitiva (cambios de pensamiento)
  4. Mejorar en la gestión del tiempo
  5. Cuidarse: “mens sana in corpore sano”

 

Rosa Rodríguez del Tronco

Psicóloga, Impulsora del Bienestar organizacional, Coach senior ejecutivo

Experta en Liderazgo e Inteligencia emocional 

CEO DICTEA Desarrollo de Talento y DICTEA Bienestar Integral